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El plástico se ha convertido en uno de los mayores problemas ambientales del siglo XXI. Cada año, millones de toneladas de desechos plásticos terminan en los océanos, afectando la vida marina y contaminando los ecosistemas.

Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), si no se toman medidas urgentes, en 2050 podría haber más plástico que peces en el mar.
El principal problema del plástico es su lenta degradación. Una botella de plástico puede tardar hasta 500 años en descomponerse, y en ese proceso se fragmenta en microplásticos, pequeñas partículas que se han encontrado en el agua potable, la sal de mesa e incluso en el cuerpo humano.
Para combatir esta crisis, varios países han implementado medidas para reducir su uso. Francia y Canadá han prohibido los plásticos de un solo uso, como cubiertos y vasos desechables, mientras que en Chile y México se han promovido regulaciones para reducir las bolsas plásticas en los supermercados. Además, algunas empresas han comenzado a utilizar envases biodegradables o materiales reciclados para sus productos.
¿Qué podemos hacer como consumidores?
Reducir el uso de plástico es posible con pequeños cambios en nuestra vida diaria:
• Evitar productos de un solo uso, como bolsas, botellas y popotes (pajillas).
• Optar por envases reutilizables, como termos y bolsas de tela.
• Reciclar correctamente, separando los plásticos y depositándolos en centros de reciclaje.
• Apoyar iniciativas sostenibles, comprando productos con menos empaques y fabricados con materiales reciclados.
Reducir el consumo de plástico no solo es una responsabilidad de los gobiernos y las empresas, sino de cada persona. Tomar conciencia sobre su impacto y hacer cambios en nuestros hábitos puede ayudar a proteger el planeta para las futuras generaciones.